…Era otro México, la capital tenía apenas dos millones de habitantes y era hermosa con sus plazas y jardines recoletos, sus iglesias barrocas y el cielo era de un azul límpido e intenso; los crepúsculos incendiaban el cielo de rojos y naranjas y por las noches refulgían, allá en las alturas, las estrellas. Yo me quedaba embelesada al contemplarlas, mientras el viento fresco de la sierra del Ajusco acariciaba mi cara y hacía revolotear mi pelo. Éramos solamente veinte millones de mexicanos los que habitábamos nuestro hermoso país y la gente era buena. Elena Garro
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